Nos preguntamos si será un error propio, si no hemos nacido para ser amados, o si simplemente no sabemos reconocerlo cuando pasa cerca.
La verdad es que no hay fallas en sentir intensamente. Amar no nos hace débiles, nos hace humanos. Y aunque el amor de pareja parezca tardar, hay un amor más grande que nunca falla: el que cultivamos hacia nosotros mismos.
Cuando uno aprende a abrazarse y a reconocerse como un milagro, el amor deja de ser una ausencia y se convierte en compañía. Y entonces, quizá, llegue cuando menos lo busquemos… luminoso y sereno, como un amanecer inesperado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario