En estos tiempos donde abunda la desconfianza, las noticias falsas y las máscaras sociales, confiar se vuelve un acto de valentía. Confiar no significa ingenuidad, sino la capacidad de reconocer la esencia del otro y abrir un puente invisible hacia él.
La confianza nos sostiene en las relaciones más valiosas: en la familia, en la amistad, en el amor y hasta en la comunidad. Es ese suelo firme que permite que los vínculos florezcan sin miedo, porque sabemos que el otro no traicionará la palabra ni el gesto.
Cuando alguien quiebra la confianza, el dolor es profundo, pero también es una oportunidad para aprender a elegir mejor a quién entregamos lo más sagrado: nuestra credibilidad y nuestro corazón.
La confianza es un regalo mutuo: se da, se cuida y se alimenta cada día. Y cuando se conserva, se convierte en la base de la verdadera fortaleza interior.
ELIDA BENTANCOR
🌱 Sanando y Gozando Blog
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